Verdades y mentiras

 24 de junio de 2022

Ayer escuché en la radio una entrevista a un científico canadiense que relativizaba los conceptos de verdad y mentira. Son quimeras. Meras entelequias. Decía que los avances de la neurobiología han desvelado que solo son constructos mentales de cada individuo. Que no hay verdades absolutas. Que la modernidad se va liberando ya de esos prejuicios. Que avanzamos hacia la época de la posverdad. 


La verdad se está convirtiendo en comodín multiuso. Vale lo mismo para un roto que para un descosido. Donde antes se decía verdad ahora se habla de “relato” o “versión”.  La verdad ha dejado de ser algo objetivo para volverse subjetivo, opinable. Cada persona tiene su verdad. Y de esta forma termina fortaleciéndose la mentira.

Toleramos bien las trolas. A veces hasta nos hacen gracia. Algunos bulos se valoran artísticamente. Y se vuelven virales. Sonreímos cuando a un político, supuesto garante del bien común, se le pilla mintiendo como un bellaco. Lo asombroso es que actualmente los votantes apenas lo penalizamos. La mentira está tomando asiento firme en nuestra sociedad. Parece rentable prometer cosas a la ligera para, sin ningún remordimiento, incumplirlas poco después. Se tiende a justificar la mentira si con ello se logra más rápidamente un determinado objetivo.

Apechugar con la verdad siempre ha exigido gran entereza. La mentira se ha ejercitado desde los tiempos más remotos de la humanidad. Tratamos así de esquivar conflictos, de aplazar disgustos, de obtener ventajas, de no quedar mal. Incluso tendemos a autoengañamos para evitar problemas de conciencia.

Pero no todo es blanco o negro. ¿Hay una graduación en la mentira? Generalizar, minimizar, exagerar, pueden ser sutiles formas de faltar a la verdad. ¿Y ocultar información? Yo escondo a mi madre la evolución de la metástasis porque entiendo que así la protejo. Le cuento una versión optimista. Le evito sufrimiento. Aunque creo que ella intuye esta mentira piadosa. Y en el fondo establecemos un pacto de silencio. ¿Mantengo una actitud equivocada? ¿Hay mentiras tolerables?

Uno piensa que, con el florecimiento de unos buenos principios, la civilización cosecha sus mejores frutos. Que la búsqueda de la verdad fortalece el crecimiento en valores como la honestidad, la confianza, la voluntad, la dignidad, la responsabilidad… Que la verdad invita a asentarse en la realidad. Que impulsa hacia un adecuado desarrollo personal.

Los sólidos principios que antaño orientaban comportamientos para toda una vida, flotan ahora a la deriva en un océano de agitado oleaje. Uno, que fue educado en pos de la verdad, intenta seguir navegando. Buscando anclajes en la orilla de la realidad. Tratando de no hundirse en los remolinos de la rumorología. Ni en las corrientes que arrastran hacia la banalidad. Como siempre, zarandeado por las dudas. Luchando por evitar el naufragio en este mar cada vez más inquietante. 

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