«My way». Reflexiones sobre una canción

 Pamplona, 17 de octubre de 2022

Este lunes ha amanecido una mañana lluviosa en Pamplona. Tras el feliz reencuentro de ayer, Marimar ha marchado hoy a las ocho y cuarto al instituto. Y yo, solo en casa, un poco asediado por la melancolía, he vuelto a refugiarme en la música. Me he dejado acompañar por My way. En mi juventud, Frank Sinatra no me ofrecía un repertorio atractivo. Pero con el paso del tiempo su obra me ha ido suscitando un mayor interés. Me gusta especialmente ésta, su canción más célebre.

La he escuchado varias veces. Con atención. Cada vez más emocionado. ¿Por qué ahora me conmueve tanto? ¿Por qué me resulta tan magnética? ¿Qué vínculos me unen a ella? Uno nunca tiene certezas. Pero intuyo que el relato de un hombre que se acerca al final de su camino, crea en esta canción una atmósfera de añoranza. Una añoranza en sintonía con el estado anímico que a mí me embarga esta mañana.


Pero, pese a ese tono nostálgico, en ella también se respira la fuerza y la convicción de quien ha vivido fiel a sus principios. Tratando de pensar bien. Aprendiendo de los aciertos y de los desaciertos. Luchando mucho. Haciendo un balance final positivo de lo vivido. Yo también me identifico con My way. Encuentro satisfacciones cuando hago un repaso vital de mi trayectoria. A mi manera he vivido muchos momentos felices. Y fructíferos. Aunque también he tenido errores y fracasos, he formado una familia sólida que ha funcionado bien. He criado dos hijos, creo que bien armados para caminar por la vida. He tenido miles de alumnos. He desarrollado una potente pasión por la montaña y la naturaleza. He hecho mi propio camino. 
Un camino en que fui imponiéndome mis propios límites, buscando un equilibrio entre la pasión y la razón. Los sueños y la realidad que los envolvían. Tratando de encontrar una armonía buena para mí mismo y para quienes me han acompañado.

My way reivindica también la libertad individual. Preciado tesoro el de creer que uno es dueño de sus decisiones. Aunque a veces cause pavor. Yo lo he intentado. Muchas veces he tenido miedos. Pero, últimamente, explorando mi interior, pese a mis limitaciones físicas, creo que estoy consiguiendo reducirlos. Y con ello, voy ampliando las cotas de libertad personal. La libertad individual, respetando a los demás, crea, da potencia a la vida. Engrandece al ser humano. Parece elevarlo a una dimensión superior.

Escucho una vez más a Frank Sinatra. Las lágrimas están a punto de brotar de mis ojos. El ritmo, las vibraciones, la modulación de su voz en My way siguen resonando profundamente en mi interior. Resulta balsámico. Uno se reafirma en lo importante que es mirar a la vida cara a cara. Ir haciendo lo que se piensa que es mejor para cada momento. Siempre sintiéndose fiel a sí mismo. Una vida así vivida, por fuerte que golpee el destino, siempre intuye uno que será una buena vida.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Galería de evocaciones del pasado

En torno a las ruinas

Dando vueltas al Mundial de Fútbol