Belleza y bondad

7 de junio de 2022 

Ayer en la plaza Félix Huarte fui testigo de un hecho y tuve papel protagonista en otro. Fui testigo de una pelea entre dos chicas adolescentes frente al frontón López. Primero se empujaron. Se engancharon de los pelos. Y después se insultaron a gritos con fiereza. Una mujer medió para apaciguarlas. Finalmente llegó una amiga común. Trató de calmarlas. Y terminó llevándose a una de las dos. A pesar de la juventud de ambas, de que físicamente eran muy guapas, me desagradó lo sucedido.

Yo contemplaba la escena sentado en la terraza de la cafetería Confituras. Me dolían los dedos de las manos. Para calentarlos, metí la mano izquierda en un bolsillo. Me moví torpemente y se me escurrieron las llaves. Al agacharme para recogerlas, otro temblor descontrolado provocó que mi móvil cayese al suelo. No me di cuenta.

Caminaba lentamente de regreso a casa, cuando escuché unos resoplidos a mis espaldas. Giré la cabeza. Una mujer septuagenaria, con una incipiente cojera, estaba haciendo un gran esfuerzo para acercarse a mí. Había recogido el móvil. Me lo alcanzó muy sofocada. Con una sonrisa en la cara. Mientras le agradecía su gesto, vencí mi timidez mirándola fijamente a los ojos. Sosteniendo la mirada, me pareció asomarme al túnel del tiempo. Intuí un profundo poso de honestidad en la vida de esa señora. Vislumbré la biografía de una mujer virtuosa, dulce y servicial. Y percibí, en su avejentado rostro, una expresión de gran belleza.

Andando hacia mi portal iba pensando que la belleza es omnipresente. Está en las personas, en los paisajes, en las flores, en el trino de los pájaros, en una pintura. Reflexionando sobre lo vivido en el parque iban revoloteando en mi mente varias preguntas. ¿Todo lo bello es bueno? ¿Toda generosidad es bella? ¿Por qué siento un fuerte vínculo entre la belleza y la bondad? ¿Es posible encontrar belleza en la maldad?

Mirar a las jóvenes guapas insultándose me resultó algo feo e indeseable. Hay chicas físicamente muy bellas que carecen de bondad. Modelos estéticas que sufren de anorexia o drogadicción. Algunos apuestos caballeros son envidiados pese a su bajo rango moral. A mí, la renqueante mujer septuagenaria me ha parecido una bellísima persona.

¿Hay realmente distintos tipos de belleza? ¿Hay una belleza estética, otra belleza natural y otra belleza artística? No lo sé. Algunas personas son capaces de separar nítidamente estos componentes. El gusto o el deseo les hace percibir belleza incluso en alguien que se comporta indignamente.

Yo no soy capaz. Uno intuye que todas estas bellezas están hermanadas. La percepción es global. Unidas, la resonancia que transmiten se amplifica. Una atenta mirada, una franca sonrisa o un agradable tono de voz acrecientan significativamente la belleza física.

¿Hay distintas calidades de belleza? Ayer la percibí intensamente en la mujer septuagenaria. Siento la belleza vinculada a una actitud cabal en la vida. Sospecho que la empatía, la dignidad, la misericordia, la compasión, la humildad son cualidades que elevan el rango de la belleza. Aportan armonía. Le otorgan un valor añadido.

Ahora que mi salud es frágil, que siento más intensamente el paso del tiempo, que percibo una mezcla punzante de dolor y alegría, advierto, quizás más que antes, que la vida está llena de atractivos. La búsqueda de la belleza es uno de los más potentes. Provoca profundas emociones. Muestran caminos que merecen ser recorridos. Mientras haya una cara que me conmueva, una flor que irradie alegría, una luz que ilumine la hierba, mientras sea capaz de concentrar la mirada en ello, intuyo que me seguiré sintiendo agarrado a uno de los más sólidos asideros de la vida.

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