Cuarto ciclo de quimio

 4 mayo 2022

Hoy he comenzado el cuarto ciclo de quimioterapia. En todas las unidades donde administran estos venenos se observan los mismos ruidos. El mismo gorgoteo por el interior de tubos de plástico. El mismo goteo de suero intravenoso. Los mismos pitidos de alarma. Parecidas respiraciones enfermas. El mismo protocolo de anotaciones de los citotóxicos infundidos. Los mismos traqueteos de carritos de medicación. Las mismas tomas de temperatura, saturación de oxígeno y presión arterial. Enfermeras deambulando con idéntico uniforme. 

Para acceder al reservorio del Port-a-cath que me implantaron el pasado miércoles, se utiliza una aguja especial llamada “gripper” o “huber”. No sirven las agujas normales. Por ello ya no tengo que coger número y esperar turno para hacerme analíticas. Me las hacen las enfermeras del hospital de día en la sección de oncología. Va a tener razón el camillero que me dijo que ya era un enfermo profesional. A partir de ahora tendré un trato preferente.

Me han dado una cartilla de heparinización. Sirve para registrar usos y fechas. La heparina fluidifica la sangre. Se emplea antes de cada pinchazo para limpiar de los restos sanguíneos que quedan en el reservorio. Aunque no se utilice, el reservorio debe higienizarse con heparina, al menos, cada dos meses. 

Ha resultado mucho más cómodo que en las visitas precedentes. Solo un suave pinchazo en la piel. Luego, sensación de más libertad al no tener el catéter inyectado en la vena del brazo. Como en ocasiones anteriores, las bolsas de citotóxicos se han preparado, a primera hora de la mañana, en la unidad de mezclas de la farmacia de la clínica San Miguel. Hoy me han administrado Yatrox (8 mg), Urbason (40 mg), Aprepitant (125 mg), oxaliplatino (220 mg) y Bebacizumab (450 mg). Entre el oxaliplatino y el Bebacizumab me ponen un suero para que no se mezclen los dos venenos. Y al final otro para limpiar. He estado en la unidad oncológica desde las ocho y cuarto hasta la una menos diez.

Mientras me estaban inyectando el oxaliplatino, me ha visitado el oncólogo. Me ha dicho que los análisis de sangre indican una evolución favorable. Las transaminasas, que han bajado un poco, señalan que la funcionalidad del hígado se mantiene. He recuperado peso. La anemia es muy ligera. No necesito aportes suplementarios. Cuando termine este ciclo, el día 17, me harán un TAC. Es la prueba que revelará si la masa tumoral se va reduciendo o no. 

Después de despedirnos, el oncólogo ha acudido a la unidad contigua. Allí pasa la mañana otro matrimonio. Al marido, dos años mayor que yo, le administran una quimioterapia muy similar a la mía. Escucho a su mujer hablar con el médico en el pasillo. Con un tono sosegado le comenta que lo lleva mal. Que sufre bastantes diarreas. Que la piel la tiene muy debilitada. Que está acostado casi todo el día. Que solo se levanta de la cama para comer y cenar. Que apenas tiene apetito. Que no tiene fuerzas para hacer nada. La voz del oncólogo, apacible y compasiva, le comenta que va a rebajarle la posología de la quimioterapia.

Me siento afortunado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Galería de evocaciones del pasado

En torno a las ruinas

Dando vueltas al Mundial de Fútbol