¿Por qué yo?

27 de marzo de 2022 

Minutos después de que Inés me comunicase que me enfrentaba a un cáncer, me invadieron atropelladamente pensamientos contradictorios. No se me había ocurrido sospechar que fuese candidato a desarrollar un cáncer de colon. ¿Por qué yo? 

Me consideraba una persona poco expuesta a los factores de riesgo. Nunca he fumado. Jamás he tenido sobrepeso. Siempre me han gustado más los platos de verdura o legumbre. Como muy poca carne. Menos aún si es procesada. Mi consumo de alcohol ha sido muy esporádico. No soy proclive a los excesos. He llevado siempre una vida bastante metódica. Procuro respetar unos biorritmos muy marcados que me invitan a madrugar, y a realizar siempre en las primeras horas las tareas que me requieren más concentración, y a dormir al caer la noche tempranamente. Siempre he vivido en un ambiente sano. He practicado deporte toda mi vida. Con mucha constancia. Casi siempre inmerso en la naturaleza. He participado siempre en las pruebas de cribado de cáncer de colon del Gobierno de Navarra. Y las muestras de heces nunca evidenciaron enfermedad.


¿Por qué yo? Mi mente cavilaba inquieta de un lado a otro. Rumiaba una y otra vez qué era lo que había hecho mal. Dónde me había descuidado. Qué actitud debía haber reforzado para no caer en esta situación. Y eso me hacía sentir culpable. Afortunadamente, con la ayuda de la familia, estos razonamientos se desvanecieron al día siguiente.

Ahora, con la perspectiva del tiempo, y después de haberlo meditado bien, vivo más sosegado. Me aporta serenidad pensar que la vida es prodigiosa. Me fascina imaginar que, para conservarla, se requiere una danza continua de billones de moléculas con una precisión y coordinación casi absolutas. Gozo intentando visualizar múltiples reacciones bioquímicas, genomas replicándose, proteínas plegándose y desplegándose. Células diferenciándose siempre en el momento y en el lugar oportuno. Un gran espectáculo en nuestro interior. Un milagro que nos pasa inadvertido.


El azar es muy importante en la vida. También a nivel molecular. Siempre se produce alguna imperfección cuando se copia el material genético de una célula a otra. Nos pasa a todos. Normalmente estos fallos no suelen tener consecuencias. Bien porque se reparan o porque se producen en genes cuya expresión es poco importante. En mi caso, los errores en la copia de mi ADN han originado mutaciones que han alterado la armonía en el crecimiento de algunas células. Unas pocas de los billones de señales que continuamente reciben, generan y transmiten se han desincronizado. Esta discordancia ha originado un crecimiento desordenado de células cancerígenas en el intestino grueso. Y además han adquirido la habilidad de viajar hasta el hígado. 

Acepto la incertidumbre de mi situación. Trataré de afrontar con el mejor ánimo posible el camino que aún me queda por recorrer. Un camino que, como cualquier otro camino de cualquier otra vida, si se mira atentamente, suscita asombro.

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